IdT – Les idées du théâtre


 

Dédicace

Primera parte de las comedias y tragedias de Joan de la Cueva dirigidas a Momo. Van añadidos en este segunda impresión, en las comedias y tragedias, argumentos, y en todas las jornadas. Enmendados muchos yerros y faltas de la primera impresión.

Cueva, Juan de la

Éditeur scientifique : Couderc, Christophe

Description

Auteur du paratexteCueva, Juan de la

Auteur de la pièceCueva, Juan de la

Titre de la piècePrimera parte de las comedias y tragedias de Joan de la Cueva dirigidas a Momo. Van añadidos en este segunda impresión, en las comedias y tragedias, argumentos, y en todas las jornadas. Enmendados muchos yerros y faltas de la primera impresión.

Titre du paratexteEpístola dedicatoria a Momo

Genre du texteDédicace

Genre de la pièceRecueil de comedias et tragedias

Date1588

LangueEspagnol

ÉditionSevilla, impreso en Sevilla en casa de Juan de León, 1588, in-4°

Éditeur scientifiqueCouderc, Christophe

Nombre de pages3

Adresse sourcehttp://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/03695177566895195632268/ima0004.htm

Fichier TEIhttp://www.idt.paris-sorbonne.fr/tei/Cueva-PrimeraParte-Dedicace.xml

Fichier HTMLhttp://www.idt.paris-sorbonne.fr/html/Cueva-PrimeraParte-Dedicace.html

Fichier ODThttp://www.idt.paris-sorbonne.fr/odt/Cueva-PrimeraParte-Dedicace.odt

Mise à jour2014-07-03

Mots-clés

Mots-clés français

GenreComédie ; tragédie

SourcesCicéron ; Platon

FinalitéMorale et exemplaire

Relations professionnellesDéfense de la dignité de la poésie dramatique

AutreMédisance ; Momus

Mots-clés italiens

GenereCommedia ; tragedia

FontiCicerone ; Platone

FinalitàMorale ed esemplare

Rapporti professionaliDifesa della dignità della poesia drammatica

AltriSpettegolare ; Momo

Mots-clés espagnols

GéneroComedia ; tragedia

FuentesCicerón ; Platón

FinalidadMoral y ejemplar

Relaciones profesionalesDefensa de la dignidad de la poesía dramática

OtrasMurmuración ; Momo

Présentation

Présentation en français

Juan de la Cueva (1550?-1610), considéré comme l’un des plus importants prédécesseurs de Lope de Vega, a reçu une formation humaniste à Séville, dans un milieu culturel alors dominé par la figure de Juan de Mal Lara. Publiées en 1583, ses quatorze comedias et tragedias furent jouées dans les théâtres commerciaux de Séville entre 1579 et 1581, si l’on en croit les indications figurant à la fin de l’Argument qui précède chacune d’elles. Il y a chez Cueva une volonté manifeste de s’éloigner de l’héritage classique et érudit : réduction du nombre des actes (quatre au lieu de cinq), grande liberté dans l’usage de la polymétrie, variété des genres. Par ailleurs, Juan de la Cueva est l’un des tout premiers poètes à porter au théâtre l’histoire nationale, en utilisant le matériau que lui fournissaient chroniques et ballades (romancero).

Dramaturge très conscient de sa pratique, Cueva est également l’auteur d’un texte de réflexion poétique, Exemplaire poétique (Ejemplar poético), rédigé environ en 1606. Comme ce sera le cas dans l’Ejemplar, la dédicace de son théâtre exprime, peut-être pour la première fois dans l’histoire du théâtre espagnol, la nécessité de s’adapter aux exigences imposées par l’époque contemporaine. Publiée dans la seconde édition de son théâtre1, la dédicace à Momus (divinité de la médisance) comporte une série de remarques qui tâchent de défendre la qualité artistique et l’utilité morale du théâtre tel qu’il est pratiqué du temps de Cueva. La référence au lieu commun des vertus cardinales qu’expose Cicéron (dans De finibus) tout comme le choix même d’adresser le volume à Momus, qui permet à l’auteur de commencer par une critique de la médisance, servent à Cueva de première justification dans son entreprise de légitimation de l’activité des poètes qui écrivent pour le théâtre, que celui-ci soit représenté ou destiné à être lu2. Cueva ne donne cependant pas d’argument tout à fait explicite pour justifier son entreprise d’édition de son théâtre (une pratique encore peu courante à cette époque). Il termine son texte en soulignant la grande variété thématique du théâtre et en insistant de nouveau sur sa dimension didactique, grâce à la dramatisation des vies héroïques de personnages illustres et à la peinture des mœurs de femmes vertueuses.

Présentation en espagnol

Juan de la Cueva (¿1550?-1610), considerado uno de los predecesores más importantes de Lope de Vega, se formó en Sevilla en un ambiente cultural humanista entonces dominado por la figura de Juan de Mal Lara. En sus catorce tragedias y comedias (publicadas en 1583, fueron escritas para los teatros públicos de Sevilla, en que se representaron entre 1579 y 1581, según consta al final del « argumento » de cada una de ellas), con todo, deja claro su deseo de apartarse de la tradición clásica y erudita : reduce el número de los actos (que pasan de cinco a cuatro), no respeta las unidades, asume una gran libertad en el recurso a la polimetría, promueve en el escenario distintos géneros. Por otra parte, Juan de la Cueva es uno de los primeros poetas que dramatiza repetidamente la historia nacional, a partir del material que le proporcionaban las crónicas y el romancero. ; También autor de un texto de reflexión teórica, el Ejemplar poético, redactado hacia 1606, Cueva es un dramaturgo muy consciente de su práctica. Como en dicho texto, en la dedicatoria de su teatro que editamos a continuación, ya se encuentra expresada, quizá por primera vez en la historia del teatro español, la necesidad de saber adaptarse a las exigencias de la época. Publicada en la segunda impresión de su teatro3, la dedicatoria a Momo (divinidad de la maledicencia) contiene una serie de afirmaciones que buscan defender la calidad del teatro tal y como se practica en tiempos de Cueva, insistiendo en particular en su utilidad moral. La referencia tópica a las virtudes cardinales (según las presentó Cicerón en el De finibus) así como la propia elección de Momo como dedicatario, que le permite al autor empezar por una crítica de la murmuración, le sirven a Cueva de primera justificación para defender la dignidad de la actividad de los poetas que escriben para teatro, tanto para su representación como para su lectura4. Cueva, sin embargo, no explicita la naturaleza de la obligación que le empujo a publicar sus comedias y tragedias (lo que era una práctica aun poco corriente) y termina con una defensa de la variedad temática del teatro, pero insistiendo de nuevo en su dimensión didáctica (dramatiza las vidas ilustres y pinta a mujeres virtuosas).

Texte

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Epístola dedicatoria a Momo5        

{fol. 3r} Una de las cosas, antiguo Momo, que los sabios de la Antigüedad estimaron en gran veneración, fue la virtud de la templanza, a quien atribuyeron entre las demás virtudes gran excelencia, considerando que la perfición de todas consistía en la observación della, y de aquí vino el ennoblecerse las repúblicas, ensancharse las monarquías y aun eternizarse los hombres de tal suerte, que menospreciaron la velocidad del tiempo aquellos que con eficaz perseverancia la siguieron. Porque de más de las muchas excelencias que tiene, es abrazada, según dice Cicerón, de la fortaleza, justicia, y prudencia, como de quien las demás virtudes son gobernadas6. Esto no fue tan general que no padeciese excepción, que en estos tiempos, cuando fue la templanza no menos que deidad reverenciada, dejase de ser desconocida, y si no lo fue no seguida ni estimada de muchos7, que desenfrenadamente se apartaron de sus honestos medios, siguiendo los viciosos extremos. Porque el poderoso era intolerable, el noble altivo, el fuerte soberbio, el rico vanaglorioso, el juez sin clemencia {fol 3v} y el sabio maldiciente. Esta plaga ha redundado8 desde aquellos tiempos hasta los nuestros, y de tal suerte ha tendido sus contagiosos ramos, que todo es señoreado, y aun contaminado de la horrible murmuración, sin exentar9 ni aun las cosas que entre los antiguos fueron sagradas, y de nosotros dignamente por ejemplar de virtud tenidas. Cuyo tiránico rigor tiene tan opresos los ánimos virtuosos, que no hay a quien no le falte, ni quien tenga valor para hacer demostración de cosas de ingenio, ni virtud, temiendo, ¡o mordaz Momo !, tu venenoso contagio, cuyo miedo, con muy justa razón, causa al mundo espanto. Y ha sido en mí tan poderoso, que siéndome forzado por muy legítimas causas sacar a luz ese libro10, he andado vacilando no pocos días en hacer lo que ha de serme reputado a temeridad, conociendo la insuficiencia mía, y tu horrible condición, y disponerme a emprender tal hazaña, con tan débiles fuerzas como las mías. Y al fin, siendo más poderosa la causa que la resistencia, vine forzadamente a condescender11 y a poner en ejecución lo que fue de mí con tanta razón temido, y a darte materia en que se emprenda12 la llama de tu detracción, y aliento, para que tu natural costumbre ejecute su crueldad. Porque con gran dificultad se pueda apartar de una larga costumbre, que está ya convertida casi en naturaleza, y al estó-{fol. 4r} mago mal dispuesto, cualquier manjar es desabrido, y más al tuyo, a quien ningún gusto se lo dio jamás, aunque fuese de néctar. Y ofrecerle así esas comedias y tragedias es cosa que ya no es condenada por mala : parecerá a los ignorantes que es indigna de ser acepta13 y estimada en gran veneración de los que siguen las honrosas letras, y ejercitada la loable virtud, yerro por cierto no digno de perdón, y de ser14 condenado por ignorante el que osare ocupar la imaginación en tal ignorancia, pues consta15 cuantos y cuan excelentes hombres, así en nobleza de sangre, en potestad de fortuna, y en eminencia de letras, se ocuparon en este género de escritura, y compusieron muchas comedias y tragedias, sin desdeñarse de sacarlas a los teatros a ser representadas en sus nombres, teniendo el ejercicio dellas por principal virtud. Y ha llegado la malicia de nuestros tiempos en algunos, a querer formar escrúpulo de afrenta en la composición dellas, sin considerar el provecho que en la república resulta de su lectura. Pues la Comedia es imitación de la vida humana, espejo de las costumbres, retrato de la verdad16, en que se nos representan las cosas que debemos huir, o las que nos conviene elegir, con claros y evidentes ejemplos, poderoso cualquiera dellos a confundir las cavilosas17 intenciones de los que condenan este géne-{fol 4 v}ro de poesía. En el cual temiendo sólo lo que a mi parte toca, y estando convencido a comunicar ese libro, habiendo investigado con la imaginación a quien pudiese dedicarlo, que lo defendiese del tiempo y su memoria hiciese eterna, hallé que solo a ti pertenece la dedicación de él, como a príncipe de los maldicientes y tenido de la gentilidad por el dios de ellos, y que siguiendo tu natural costumbre, dirás contra él tantas y tales cosas ; las cuales esparcidas por el mundo, forzosamente vendrá a ser eterno18 por el camino que tú pretenderás desviarlo de la memoria de los hombres y sepultarlo en las tinieblas del olvido. Aunque para ser ofendido de ti y de los que siguen tu parcialidad, haya sido de poco efecto acercarlo tanto a tu presencia. Pues no hay lugar por apartado que esté a donde no llegue tu mano, ni deidad a quien reserve tu lengua, por justificada que sea, pues eres fiscal de justos, y de injustos, de vivos y muertos, censor de los unos y de los otros, y detractor aun de los mismos dioses. Con todo esto considerando, si no es falsa mi consideración, que serás de la calidad del perro, que no muerde al que se le echa a los pies, quise dirigirlo a tu nombre, y ponerlo en tu mano, por obligarte a que desmientas las espías y que, ya que no seas en defenderlo, por no ir contra tu costumbre, moderes la ira de {fol. 5 r} tu mordaz rigor en su ofensa, viendo la voluntad con que se te ofrece y la poca defensa que de mi parte tiene y, si nada de esto no te moviere, porque, según dice Platón, no hay cosa que casi prometa imposibilidad, como la mudanza de una especie en otra19, desvía de ti la ciega pasión, y considera, revolviendo esas comedias y tragedias, la variedad de cosas de tanto gusto que en ellas hallarás ; así de hechos heroicos de esclarecidos varones como castísimos amores de constantes mujeres, sin otros muchos ejemplos, que dignamente lo pueden ser de nuestra vida, a quien no podrá la envidiosa murmuración, enemiga de toda virtud, ofender, si no es desviándose de la razón, justicia, y templanza, cual tienen de costumbre los que siguen tan abominable uso, cuyo parecer no es aprobado del justo, ni yo lo procuro, porque no se puede disputar de lealtad con el traidor, de letras con el ignorante, ni de piedad con el tirano. Vale.